amaroz

LA PROHIBICIÓN DE LA MUSA

 

 

Toma mi mano, dijo la musa al poeta, ofreciéndola tendida;

cántale a la alegría, regocija la rueda, tu fama será bien sabida.

 

Descuéntale a la opulencia, reparte la riqueza, te querrán sin medida;

alaba al sol, haz reina a la luna, te creerán cabeza perdida.

 

Cuando viajes, ni dinero ni equipaje, nunca faltará comida;

el odio y el rencor, en un puño, y en el otro la envidia.

 

Suelta la ambición en un fondo, lástrala, que no tenga salida;

al amigo y al hermano, tenlos colmados, son tu moneda escondida.

 

Pero, entrecerró sus ojos la musa y dijo: La mujer está prohibida;

volteó, mirándolo tiernamente, para ella no hay consejo ni medida.

 

Fijó su vista al cielo, apretó su mano, y la alzó decidida:

¡Sufrirás amándola! Porque es pura y excelsa, la bendición de tu vida.