Droga afelpada.
El perfume hormonal de tus imágenes.
Magnífica ensoñación de cuarzos colgantes.
Tanta lucidez me va cegando.
Como y abrevo a tu salud.
Dejo que las cosas se descarguen de mí:
Me tiro al suelo; buen momento
Para ser por siempre el niño
Que se mareaba solo a la hora de la siesta
Hasta caer redondo en el sillón,
Con un aburrimiento de cáscara de naranja
Y un ardor profético en los labios.
Ay, por un momento me han deseado.
No a mí, sino para mí.
Qué ímpetu violento el desear para otro
Y sin embargo
Empasto como puedo las caries de mi insomnio.
Vivo y muerdo a tu salud.