Volando hasta la cima de los vientos
repica por el mundo una campana
tañendo con latidos, que son míos,
los gozos que reparte y que declama.
Solemne y celestial parece suena
con vítores que extiende su garganta
e igual que en las cadencias de un domingo
a todos sus devotos siempre llama.
Las ondas de su voz se perpetúan
por medio de frecuencias encantadas
vibrando con metálicos acordes
que nacen de su bóveda artesana.
El canto de su acústica es hermoso
y dice lo que piensan mis miradas
estando yo a tu lado, enfrente justo,
amándote, si cabe, con más ganas.
Suspira con susurros y con odas
y eleva su mensaje emocionada
e impulsa a mi valor, que fue antes mudo,
con timbres de una gruesa porcelana.
Tu nombre, en ella inscrito, está grabado
encima de la piel de su argamasa
y mágica te busca concienzuda
gallarda en el acento que proclama.
Fraguaron su armazón mis ilusiones
allí donde, contigo, se abrazaban
creando una aleación esplendorosa
surgida del amor que la engalana.
Feliz se desgañita por tenerte
envuelta entre los tonos que acompasa
y firma, con su rúbrica sonora,
los ecos, hacia ti, de mi esperanza.