Kinmaya

Entre la mente y sus demonios

 

La voz, lo despertó cuando la pesadilla más lo perturbaba. La angustia lo sumió en una gran confusión y lo dejo turbado en el límite. En un lugar, donde el sudor sumerge el cuerpo en la más profunda de las tribulaciones. Allí, donde la noche sucumbe detrás de una densa y lúgubre irrealidad; entre la mente y sus propios demonios.

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Sus ojos se abrieron abruptamente, su brazo estaba todavía tieso por la tensión. Inhaló todo el aire que pudo, mientras se sentaba en la cama e intentaba quitarse aquellas inquietantes imágenes, cuando descubrió que su brazo no estaba tieso. Su cuerpo estaba totalmente paralizado, solo podía mover su cabeza.

El celular comenzó a sonar, era la hora de levantarse. No podía apagarlo. Esta sería la luz que tendría por casi tres horas. Se levantaba a las cinco, y amanecía a las ocho, un minuto después el celular se apagó. Cristian vivía solo.

Era invierno, las frazadas estaban en el suelo, apenas estaba cubierto por la sabana, el frío podía sentirlo a pesar de la parálisis.

Cristian, conocía algunos ejercicios de respiración para tratar de calmarse y pensar, pero cuando se disponía a comenzar, sintió algo que se movía entre las sábanas. Extrañamente a pesar de la parálisis, podía percibir el tacto.

Volvió a sonar el celular, habían transcurrido diez eternos minutos. Se volvió a iluminar la habitación y escudriño el espacio más visible para sus ojos. Algo estaba irrumpiendo en su cama, podía ver como crecía al costado de sus pies, cuando la sábana comenzó a caer, la luz del celular se volvió a apagar.

De pronto, sintió como algo sujetaba sus pies por los tobillos, su humanidad estaba siendo arrastrada hacia afuera de la cama. Solo podía escuchar, pero la habitación estaba completamente muda.

Sus pensamientos comenzaron a llenarse de ansiedad y sintió una gran desolación que lo invadió por completo, mientras la cama iba desapareciendo bajo su espalda. Las manos que lo estaban sujetando también se desvanecían.

Se encendió el celular y finalmente pudo ver que había ante sus ojos, era un enorme agujero en la pared formando un túnel que giraba, parecía perderse hacia los confines del universo.

Dentro del túnel, había muchas formas humanas, caras vacías que giraban sin detenerse, ojos sin rostros, manos que lo agarraban todo, y brazos que salían desde las paredes. Pero habían otras formas; que no eran humanas.

La luz se volvió a apagar. El sonido cambio repentinamente y se transformó en muchos gritos que atravesaron sus oídos, las manos que lo sujetaban lo arrastraron de un envión, la cama desapareció, y cuando la nada lo engullía hacia el túnel, en el último hálito vital de su aliento, con los pulmones densos por una fuerza moribunda, un ahogo salió desde lo más profundo de su garganta.

Su corazón desenfrenado se detuvo repentinamente dentro de su boca. Su cuerpo, como una criatura sin alma comenzó a esfumarse; un instante antes de que aquel rayo... impactara violentamente en su ventana.