Zapalandia

Confesión de otoño...

 

Hay una sonrisa que detiene mi tiempo, la tarde se forma como un pimpollo rojo amor, he esperado por mucho tiempo este día, tan especial, para enunciar mi amor por ti...

Espero ansioso en el banco de la plaza, donde nos encontraremos, tal vez sea el principio del fin o el comienzo para llegar el fin…

Mis nervios me consumen, mis manos transpiran al verte venir y mi corazón aumenta sus latidos, parece el tiempo detenerse…

Hay ojos mudos que se buscan y  entrelazan, risas cómplices y pudor, se manifiestan perfumes como colores que suspiran...

Solo puedo pronunciar lo que mi corazón dicta, y espero que mis palabras se vuelvan mi complaciente confesión de otoño…  

La imaginación se torna dulce y el corazón palpita deseoso, ser culpable de mis nervios, sin hablar busco tus labios y tus ojos anuncian los destellos de un salvaje pensamiento...

Tu mano se extiende en una caricias que se funde en mi rostro, y un abrazo sin fin llega cómo una confesión de mi pasado que se vuelve presente, que vive como un paisaje, en los intervalos de la pubertad, sobre el éxtasis permanente de labios que se rozan...

El cielo gris, cobija el otoño como testigo en preludio de melodías que pronuncian las hojas que acarician el verde mistól, de dos almas que aferran sus manos tan fuertemente que sabe a juramento del inicio de un destino sin final...