No fue permanente y algunos lo supieron.
Muerte a muerte fue viviendo –sobreviviendo-:
un cigarro en ayunas y siete de almuerzo; no fue
indeleble su estado de abandono, pero por aquel tiempo
era lo que era, con o sin acuerdo con los que le rodeaban.
No fue permanente pero supongo que eso no es
lo que debe ser si deseas lo que deseas…
No fue sutil su estado de suma obsesión,
no hubo ruta de necesidad en su faz carcomida
por los gusanos, creo que sólo quiso un eje de piedra
para que girase su lúgubre corazón de fuego.