En un castillo muy lejano gobernado por un príncipe que veía en el pico más alto de la torre, las estrellas y siempre las contemplaba, embelesado preguntándoles cuando bajaría una de ellas acompañarlo porque se sentía muy sólo y anhelaba ser cobijado por la luz y su belleza, pero ellas no podían bajar porque su misión era brillar en el firmamento y si bajaban no podían volver; pero un día el príncipe no subió a verlas, ya estaba cansado, algo triste y desganado, así pasaron varios días y una estrella en especial lo extrañaba muchísimo, al no poder verlo, ni sentirlo, así que no le importó y decidió bajar a saber que había ocurrido con él príncipe a pesar de las advertencias de madre luna.
Cada vez que bajaba, dejaba de brillar, se tornaba oscura y con una figura diferente, una figura de una mujer esbelta, cabellera oscura y unas curvas insaciables, cuando la estrella logró bajar totalmente a la tierra, caminó hacia el castillo por varios días, no sabía lo que significaba el dolor en sus piernas, ni la sed, el hambre, ella lo tenía todo en aquel cielo, aun así no le importó y aguanto.
Cuando logró llegar a las puertas de aquel castillo; emocionada las abrió y corrió para poder ver al príncipe, decirle que su deseo se había cumplido, que una estrella había bajado sólo por estar con él, con la sorpresa de que el príncipe ya no estaba, se había ido a la guerra, a luchar contra los feroces monstruos que acechaban la tierra.
Entonces la bellísima estrella no se dio por vencida al ver su ausencia, decidió irlo a buscar, sin importarle los peligros que la madre luna le había advertido en muchas ocasiones, de los lugares tan oscuros donde nadie iluminaba ni siquiera ellas porque su poder maligno era increíble. Pero la estrella se armó de valor, tomó una espada y un escudo, decidió forrar su preciosa figura de una ruda armadura de hierro, sabía que estaba sola en su búsqueda, que ya había bajado del firmamento y no la iban a recibir nunca más por haber hecho el peor de todos los actos como era haber bajado y cambiar su hogar por la mortalidad, aun asi valía la pena cada segundo por buscar la felicidad y el amor.
Así que concluyó salir del castillo en busca de su príncipe, el mismo que muchas noches la había admirado, le había susurrado lindas estrofas, le había contado sus deseos más ocultos. Ella no se sentía sola porque sabía que él estaba en algún lugar, refugiado esperándola para ser felices juntos, atravesó la llanura completa bajo el sol incesante, atravesó las montañas derrotando las fieras que de allí salían, atravesó el desierto sabiendo que podría morir en las tormentas de arena, fue difícil su travesía día y noche, pero jamás desfalleció a pesar que tuvo todo un mundo de obstáculos, siempre mantuvo su energía y su amor fuerte.
Hasta que una noche, mientras las estrellas la contemplaban totalmente desnuda en una cascada, susurrando que su traición la llevaría al dolor y la infelicidad, encontró en medio de la espesa niebla la figura de un hombre, un hombre herido que pedía ayuda y le gritaba a las estrellas que lo ayudarán a encontrar el camino de nuevo a casa.
Estaba del otro lado y era difícil pasar, lo había encontrado por fin, sabía que era él porque jamás hubiese podido olvidar su voz, jamás podría dejar de recordar ese sonido que la hacía estremecer y brillar más cuando el aparecía en esas noches frías y la abrigaba con sus bellos versos de alegoría, pero no sabía cómo pasar, estaba tan cerca y tan lejos a la vez, existían criaturas en esas aguas turbias que no la dejarían cruzar, era el lugar del que hablaba madre luna, esos lugares que ninguna estrella podía iluminar por más que brillaran, porque había mucha maldad escondida entre esos sitios tan escabrosos y tenebrosos.
El hombre no dejaba de gritar, su dolor era tan fuerte que las estrellas empezaron a desaparecer del miedo que producía verlo agonizando, él estaba sólo así como ella se sentía sola, estaba desesperada quería ir a ayudarlo, protegerlo y cuidarlo, pero se sentía impotente, sentía que podía perderlo en esa noche fría con sólo un suspiro dejaría de ser él hombre de sus sueños para convertirse ahora en una estrella en el firmamento y jamás volverlo a ver.
Así que le pidió con todas las fuerzas al espíritu de las nubes en el cielo, que la ayudarán por última vez, así como muchas noches la sostuvo en su cálida y suave textura cuando tenia dolor, ahora necesitaba que una de sus nubes la transportara para curar a su príncipe, ella no había viajado desde tan lejos para quedar atrapada allí, entonces el espíritu de las nubes le pidió únicamente que todas las noches antes de dormir tocara y cantara las melodías más bellas, para alegrar sus nubes y moverse al compás de sus cantos, ella acepto con lágrimas en el rostro y una emoción inmensa.
Fue en ese momento que el espíritu le ordenó a una nube de las más robustas, transportarla a ella y el príncipe hasta el castillo, pero la luna no lo quiso permitir envió sus estrellas más zafias a pelear contra las nubes, era imposible de creer para ella que madre luna quisiera hacerle daño, la que tanto le hablaba de la maldad, ella misma se convertía ahora en un ser oscuro del mal fue así que la nube fue derrotada y desapareció entre las rudas cortaduras de las estrellas, ya todo estaba perdido pero en ese momento amaneció de repente saliendo el sol, atropellando rápidamente a la luna, envió sus rayos de luz a salvar al príncipe y llevar a la hermosa estrella junto a él.
Juntos llegaron al castillo agradeciéndole al sol por haberlos ayudado, porque el sol como la estrella mas grande del universo no pudo aguantar tan atroz injusticia, en ese preciso momento la estrella se encargó de sanar las heridas del príncipe, susurrarle todas las noches a las nubes dulces melodías de las pocas que habían quedado de la batalla feroz con la luna y sus estrellas oscuras, aun así se recuperaron, ella vivía agradecida con el espíritu de las nubes por su noble ayuda y valentía.
Hasta que un día por fin el príncipe despertó, totalmente sano, le agradeció a la bella estrella todo lo que hizo por él, así que le pidió fuera su princesa, unir sus almas para siempre, tan grande fue su cariño que al momento de morir cada uno en compañía del otro se convirtieron en la galaxia más hermosa de toda la vía láctea siendo así cada estrella la muestra de su amor infinito.