Llega la luna
de nuevo en otra noche
con sus caricias.
Rayos silentes,
cual besos desprendidos
desde su boca.
Y esa ternura
inmensa, que nos deja,
con su presencia.
Será la noche
la causa de esta magia,
será el silencio.
Todo es posible.
Quizás hasta tú mismo
seas un verso.
El beso oculto
del labio que suspira
en plena noche.
Y es el latido
del pecho enamorado
insatisfecho.
La luna en calma,
serena los sentidos
con su candor.
Y tú la quieres,
te duermes en sus brazos,
sin darte cuenta.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/05/20