EL QUETZAL EN VUELO

MI CUADERNO DE PASTAS AZULES

Ese viejo cuaderno desvencijado de pastas azules que tanto desprecias,

Es el archivo de los dolores de mi alma, fiebres y jaquecas que pasaron por aquí. En el mes de abril, está tu primera llegada y tu partida en octubre, junto a la hoja seca; Tus promesas están en los tachones de la página 58 y siguiente.

 

Ya sabes que colecciono de todo, llegadas, desprecios noches de amaneceres esplendorosos, madrugadas tristes, esperas pacientes en las tardes de otoño y regresos en noviembre frente a un vino tinto que disfruto junto a mi perro y los llantos de mi guitarra, por el dolor de sus cuerdas reventadas y voces rotas.

 

Mi cuaderno es como mi psicoanalista, mi cómplice, confesor y tutor; quien arregla mis caminos, calma mis dolores y siempre tiene escondido entre sus hojas blancas la palabra exacta que cura las heridas por más profundas que sean. Me anima a arrojarme sin paracaídas y me augura, resultas que siempre obtengo.

 

Hay días que los demonios me atan las manos y esconden mi pluma y mi cuaderno de pastas azules espera paciente como gato en el tejado, esperando que un mal sentimiento vuelva a abrir la herida que aun no cierra y el centésimo clavo intenta sacar el clavo 300 y ahí me espera, para darme ánimos de seguir la pelea.

 

Una vez borracho de amor, lo regale a aquella chiquilla, que nunca supe de donde salió, pero de golpe invadió mi vida y me inhibió el albedrio exaltando mi libido, con el que jugueteamos más de un mes como si fuera una madrugada y al despedirse le dije que si no podía llevarme a donde iba, que te llevara.

 

Aun recuerdo como escuchaba de madrugada su queja, sus lágrimas de papel y el sufrimiento de letras, sangrando y dejando huellas de su alejamiento en todo tiempo, Cuando ella entendió su llanto y orfandad, lo regreso una noche que yo fui al bosque a llorar su perdida y tatué un árbol son un corazón sangrante.

 

Al regresar a casa, las notas de mi guitarra estaban sentada junto a la alegría de tu bienvenida y al verme venir, cambiaron mis lágrimas de dolor por un llanto de alegría del que mi pecho estaba rebosante, te abrace, te bese y jure nunca mas volver a separarme de ti, no te pregunte como regresaste; no hacia falta.

 

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO