Aquella rosa blanca guardada en mi libro,
aun esta hermosa como la vez que me la diste,
la observo mientras mis manos recorren sus pétalos;
tan delicadas y bellas como mis memorias.
Aquella rosa fue testigo del amor mutuo vivido;
mas su blancura es la pureza de nuestro cariño;
aun el libro conserva el más bello poema que nos gusto,
mientras nuestro café era perfecto aquella mañana.