El sábado por la tarde
planificábamos todo;
para juntos, codo a codo,
con un amigo ir al baile.
Jamás íbamos temprano,
más bien llegábamos tarde;
nos gustaba hacer alarde
con pucho y saco en la mano.
Entrábamos al salón
haciéndonos los cancheros
y con andar bien diquero
suponíamos ser \"Delon\".
Y así fingiendo candor
buscábamos una chica,
que resultara bonita
e impecable en su esplendor.
Y si no nos rechazaba
la invitación a la pista,
la oficiábamos de artista
por tenerla cautivada.
Así las horas corrían
bailando pop y boleros,
y embriagados por entero
flasheábamos fantasías.
Qué hermosos los ritmos lentos
donde los cuerpos se unían,
y el fuego los consumía
y hacía estallar por dentro.
Ciclo de gratos recuerdos
con un sinfín de emociones,
que agitaban corazones
a veces algo perversos.
No voy a olvidar jamás
las mejillas y perfumes
que me alzaban a una nube,
siendo feliz por demás.
Tiempos que no volverán
porque todo está cambiado;
hoy se baila separado
y el empilche... no va más.
Jorge Horacio Richino
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