Habitando en el vacío me entere que la tarde de ayer pasaste por mi estudio, que estuviste revolviendo todos mis recuerdos, buscabas aquella palabra que se cayó de tu oído y que no logró su voz, ni movió el sentientemente que siempre te erizaba la piel cuando la ponía en tu oído y resbalaba por tu cuerdo desnudo, como carretera costera, que recorría tu península.
Me hubiera gustado verte, saber de tu vida, volver a disfrutar de tu sonrisa y que me arropara tu pelo suelto, que me contaras de aquel atardecer que te pusiste como arete, cuando nuestra barca se averió antes de llegar a ser poema y luego Tú te pusiste a jugar con la desgracia, convirtiendo en fiesta la tarde, la noche y al amanecer terminamos revolcados en un final feliz.
Siempre fuiste así, como una Diosa dueña del universo, que sabias poner la letras en mi guitarra, el acento en la palabra y tu mano sobre mi hombro cuando la inspiración se escondía y tu palabra sabia, en tiempo y forma pidiendo calma y dejar que fluya, ir de una pena al desconcierto y volver con una risa, no era fácil para esos pequeños duendes de piernas cortas.
Tu decías que las desgracias tienen piernas largas y corren en lugar de caminar, que el vino tinto tarda en resolver nuestras dudas y que el ginebra, es como la entrega inmediata, sube corriendo a las desgracias y borra los malos recuerdos aunque otro día nos duela el suspiro y los labios resecos de la noche anterior, no retoñaban ni con un beso frio de madrugada, si no estabas tu.
Me gusta caminar junto a tu sombra las noches oscuras y dejar que la luz de tu corazón nos alumbre y que nuestros pasos pongan el pie en cada estrella que vas tumbando con tu canto y que al llegar la madrugada pongas en mi frente todos los amaneceres que no pudimos disfrutar esa noche y que un canto de ángel te prometió, que el día tendrá su momento.
Cuando me visitabas de tarde, Me gusta esconder mis lentes y pretextar una ceguera, para que me leyeras lo que había escrito la noche anterior y que corrigieras con un beso la palabra mal escrita y que camuflajes en una metáfora el sentimiento faltante para que volviera sobre mis letras y corrigiera el atardecer y esperar con calma el amanecer luminoso que esperaba.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO