Aguarda dulce Ana
Sentada en el filo de la menguante luna,
Regando los extremos truncos de aquellos caminos,
con la miel amarga que lloran tus ojos,
donde el corazón herido,
aguarda,
impaciente,
el regreso del amor ausente.
Abriste los brazos para desplegar tus escamosas alas,
mientras la desesperación te gritaba:
Aguarda dulce Ana,
sujeta tu locura.
Volaste sorprendida
pensando solo en él.
Envuelta en capas atmosféricas,
con dolor gemiste,
una,
otra,
y otra vez.