Desde que somos niños, aprendemos por instinto
acercarnos a otro ser y aprendemos aceptar,
sus afectos que nos brindan y juntos cultivamos
una hermosa flor, con el nombre de amistad.
Pero en el raudo devenir del tiempo
muchos suelen apartarse y no regresan más
porque sus raices, no fueron profundas
y los vientos de la vida, los llevó a otro lugar.
Pero los que contigo se quedan,
aunque estén en la distancia
en todos los momentos contigo siempre están,
sin importarles, si llegan vendavales
porque te agarran de la mano
para que con su ayuda, puedas soportar.
Es que cuando los amigos son fieles,
son la tierra fértil donde se puede sembrar
porque plantan en sus almas
la semilla virtuosa de la sinceridad,
que juntos con amor, recogen la cosecha
y el nombre de ese fruto, lo llaman lealtad.