“Una loa para el varón.”
En una campiña,
digna, como niña,
creyó ver nacer
justo amanecer.
Preciosa llanura,
de fe, de cordura,
regada por Benjamín,
cual fiel, ideal, jardín.
El sol, por aliado,
brillo pulcro, al lado,
de su amor sagrado
he oído, escuchado.
Cobarde atentado,
el mal encarnado,
de muerte fue herido,
ciclo destruido.
Su vida está muda,
se quedó desnuda,
cubriose con manto
de niebla, de llanto.
Por hoy, la inconsciencia
torció la decencia,
las almas se pierden,
las sombras se ciernen.
Se alaba la mugre
y la podredumbre,
el mundo global
llegará al final.
Solo desvarío,
mi cielo al vacío,
estoy aturdido,
lúgubre, rendido.
El prócer ha muerto,
ya, mora en un huerto,
la tristeza al viento
y, . . . en el firmamento:
Que quede su ejemplo,
vayamos al templo,
a senda, camino,
de Dios, el Divino.
Descifrar las penas,
volverlas serenas,
sacar perlas buenas
de graves gangrenas.
Una loa, . . . para varón,
a Benjamín Le Barón,
un héroe, un paladín,
a su lejano confín.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 09 de septiembre del 2009
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