Que lindo es el amor... y cuanto duele,
cuando llega atrasado
al final de una vida sin retorno,
y ya estás atrapado
por el peso de mil años gravitando
sobre tu mente divagante
y tu cuerpo cansado.
Es bello y es siempre bienvenido,
pero duele como un hierro incandescente
que penetra profundo,
que te asfixia en sus redes,
te reprime y te torna
como un niño que cree
que el fulgor de las cosas
es el oro y la plata,
y el rumor de la noche
son mil genios que bailan
en fantásticas rondas.
Es hermoso el amor aún cuando llega
cuando acaba el otoño,
y ya el frío del invierno
se presenta inclemente,
cuando el alba se escapa
asustada y doliente...
Cuando el sol se oscurece
y la luz de la luna se opaca,
y las nubes regresan al final de la lluvia
y el temor se apodera
de los guardas que guardan
los palacios eternos.
Y los hombres se encorban
los que ayer eran fuertes,
y ya cesan las muelas
y se cierran las puertas,
y se entornan ventanas,
y así el ave agorera
y las aves cantoras
sin piedad abatidas
callarán, y el silencio
cubrirá con temores
lo que es alto y lo bajo,
y el terror del camino
acechará su presa.
Y el almendro se cubre
de mil flores que lloran.
Y la voraz langosta
se encargará del resto,
porque ya es el ocaso.
y la morada eterna
nos espera sedienta,
y entonarán la endecha
por las calles de piedra.
Y antes que se quiebre
la cadena de plata,
y el cuenco se rompa,
y el cántaro en pedazos
caiga junto a la fuente,
y la rueda no ruede
sobre el pozo, y el polvo
a la tierra retorne
sin más pena ni gloria,
y el espíritu presto,
se remonte y así vuelva
al lugar donde vino,
en su entorno de nubes y cielos.
El amor es hermoso,
el amor es excelso
el amor es muy lindo
el amor es dilecto,
que aunque venga a destiempo
cuando todos se han ido,
aún si llora o si canta
siempre es bienvenido...
R. Gruger/Eclesiastés12 / 1984