Entrégale tus armas a la muerte
No te persigue
Eres tú el que pretende escapar
Además, que frágiles son esas armas:
Un corazón que late
El pensamiento abstracto
Un cuerpo para tocar
La voluntad sin destino
Nadie se reirá si te has creído eterno
El haber vociferado: “no siento temor alguno”
Anda, ríndete como lo haría un niño
Jugando de verdaíta.