Como telaraña enardecida
las venas se extienden por mi cuerpo
hierven, ebullicionan, se ensanchan
Ciegas de temblores parecen querer estallar
así, como estallan bombas en el campo de batalla
El pulso se dispara en miles de latidos por segundos
las piernas tiemblan como dos columnas
a las que les han socavado los cimientos
Los ojos se enrojecen lúdico, lúbricos,
la lujuria de su cuerpo incitándome a morir
enredada a su cintura mientras su lengua
con la mía son dos espadachines en reto mortal
las yemas de mis dedos dibujan
en su espalda rojas constelaciones
hasta que el oleaje espumoso de su rio
se desborda en la desembocadura de mi delta
Su cuerpo se relaja y cae como rayo
sobre la pradera húmeda de mi vientre
Un coro de gemires, suspiros y jadeos
rompen el silencio de la noche y la luna
se filtra curiosa por el ventanal bautizando
con sus rayos lechosos su cuerpo
desmantelado sobre mi pecho
cómodo muelle para su cabeza loca de sueños
donde pelean insistentemente su razón
y sus deseos prohibidos
Cierro los ojos
no quiero despertar
y no tenerlo.
Ángela Teresa Grigera Moreno
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