No era necesario borrar
Aquello que esparció,
Fragante olor de amores
La última noche, intenso.
Todavía suena a mi oído,
Onomatopeyas, tu sabes
Muy bien de que hablo.
El clash, de tus gluteos,
Cayendo sin cesar;
Majestuosa cascada,
Semejante al Niágara.
No era necesario suprimir,
El poemario completo,
De mi bendito santuario.
Fuiste tu, si tu misma,
Quien profanó el templo,
Despertaste con chasquido
El diós que yacía dormido,
Cabalgaste sin detener
Deseosa de ver..
Mi legendaria desnudez.
Aún así no te conformaste,
Pues a tu boca llevaste,
El leñoso cetro viril,
Entre más apretaba
Tus boca más gozaba.
Y tus piernas temblaban,
Esperando sentir la esencia,
Aquella gota cuya espesura,
Jamás probó Afrodita,
Sino tú, una mujer mortal\"
No sensures el poemario,
Que aún falta por terminar,
Aquello que nadie más conoce,
Solamente tus labios menores,
Mis manos frotaban tu pistilo,
Y tu entonaba las 5 vocales,
En diferente tipo de compaces,
Detrás de la cortina.
Autor: Alex Garmer