Camino plácidamente
por mi ciudad.
Ya me acostumbré
al ruido de las metrallas,
a la voz de los canallas,
al disfraz de los matones.
Ya me tienen sin cuidado
los bares y sus alcoholes,
las damas
y sus vidas dobles,
los gamines
y sus asaltos gritones.
Camino plácidamente
por mi ciudad.
Ya distingo las luces
de los coches vigilantes,
ya sé que ahí vienen
los maleantes
que me exigirán dinero
por el delito de ser honrado;
que me permitirán,
a cambio de mi silencio,
poder ir a casa.
Camino plácidamente
por mi ciudad,
los canallas se burlan
de mi ingenuidad,
pero así logro
esquivar su barbaridad.
xE.C.