En un instante de lo vulnerable,
aquello que no soy sino en silencio.
Puedo decir entonces…
Con la total intención de equivocarme todas las veces posibles:
“Mis laberintos sin color, la noche que entierra su oscuridad,
las paredes ascienden toda ola cromada”, al final; nada,
nada sino una nada con matices.
LA NADA,
que vive en las horas, concepto,
y extraído de la psique,
el único cuerpo, y en total conciencia,
no sabe nada más que el día presente.