¡Que callan los hombres de espalda encogida
vestidos con trajes, palabras y sonrisas
acariciado por sedas o apostado en las equinas
¡Que calla la gente, más allá de la herida
que escapa al silencio en propia mentira
¡Que callan los huertos de mano curtida
que ha visto en su cuna cada semilla
¡Que calla la orilla de agua bebida,
empapada de encajes y viejas capellinas
arrullando la piedra por siglo esculpida
¡Que calla la mente en mirada clandestina
desviando el torrente a la otra esquina
¡Que callan los niños de mirada dolida
en risa que asoma o piel estremecida
¡Que calla el poeta! que esquiva la pluma,
la mano que lleva y permanece escondida
¡Que callan los hombres, que callan!