La arena un día quiso ser piedra y lo fue, luego la piedra quiso ser montaña y lo fue, la montaña quiso ser nube y lo fue, más tarde quiso ser lluvia, después fue Rio más tarde fue Mar, luego fue pez, más tarde quiso ser hombre y lo fue, pero quiso tener todo el poder, y lo tuvo, pues fue Rey pero tampoco se conformó, y se nombró a si mismo Emperador.
Y en esa neurosis obsesiva para conseguir la culminación de solo sublime, creyó ser Dios y entonces ante tanta suplica, ante tal egoísmo, ante tanta hipocresía y falsedad de los devotos y creyentes que lo inundaban con sus peticiones masivas, volvió por que así lo deseó y quiso a ser arena de esa que está en todos los caminos y que pisan los peregrinos,
Se creé que allí rezó, allí suspiró, allí está pagando su penitencia por la osadía e ignorancia que le llevó a querer conseguir la supremacia sin saber razonar que cada uno somos lo que somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos y que nunca podremos ser Perfectos, porque precisamente la Imperfección es lo que nos da la posibilidad de formar parte de todo el Universo, pues cada uno de nosotros tiene su propia función en esta maquinaria misteriosa que se llama Mundo.
Mael Lorens
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de Autor 12/09/2020