Poder amanecer con la ilusión
de acariciar tus manos candorosas
y sentir el aliento de tu boca,
como brisa embriagante de dulzor.
Es premio concedido por el cielo,
sorpresa recibida con ventura
convertida en el sueño de mi vida,
¡Aleluya! Por tanta bendición.
Mi corazón henchido de alegría,
se siente afortunado de tenerte
y agradece a la vida la fortuna
de que te hayas cruzado en mi camino,
dejando con tu encanto testimonio
de este amor, que es dechado de ternura.