Nadie comprende ese dolor tan profundo
de buscar la vida en cada escrito verso,
ser sin sentir, pensador meditabundo;
sin dejar al mal crear su acto perverso.
Escribir de tal manera que el alma salte,
prescindir incluso de la prosa ilusa
para dar a luz el verso que al amor exalte,
dejar que envuelva en sus brazos la musa.
No escuchar a la razón, inconsciente,
Buscando siempre luz en la oscuridad malvada,
Soñador pobre que perturba la mente
Con su viva estrofa cortante como espada.
Y en sus poemas sus lágrimas deja
dándole sabor con su poca alegría,
una por una escurre y corteja
preso y loco de la pesada melancolía.
No conoce nada más que dormir en el regazo
de un espíritu noble de finos y claros cabellos,
dejando ahí sumido el hierro de su brazo
quedando preso en la cárcel de unos ojos bellos.
Creando arte de la vida y el sentimiento,
dejando a un lado la conciencia,
trayendo a la par del conocimiento
el fruto de la religión y la ciencia.
Creando lo inmenso en lo que es pequeño,
creando la belleza, lo real y pomposo,
haciendo real, del que lee, el sueño,
un instante quieto, un azul hermoso.
Siguiendo el camino descalzo e insolente
hacia el estanque donde las ninfas juegan
solo y atormentado su corazón doliente,
sin vida, solo el amor su cabeza sosiega.
Y en la soledad que está en su figura
quieto y solo va caminando,
con su esperanza que en el perdura,
ciego y loco su canción cantando.
Es como un cisne, canta su bello canto,
con la dulce musa, el amor y su encono,
siempre su brillo, muestra su encanto
para luego morir, sollozante y solo.