Familias americanas
que encuentro cuando viajamos,
con chicos revoloteando,
aburridos y soñando
algún destino ignorado
que se revuelve apurado
alrededor de una idea,
una empresa, algún milagro.
Familias americanas,
abrumantes y lejanas,
que zumban alrededor
con energía infinita,
sin límites, sin lamentos,
con la educación fruncida
de cristianos inspirados
con esperanzas de paz,
mientras la gente se ufana
a transitar por la vida,
yo registro puntería
escribiendo versos sueltos
que amontono con mi pluma,
entre el ruido de unos gritos
que desbordan de alegría
y el llorar de una emoción.