jorge enrique mantilla

La diabla De vestimenta negra y capa roja

La diabla

De vestimenta negra y capa roja

 

Una noche de luna llena, de rayos luminosos brillantes

Iba raudo y presuroso por la calle real, de sudores sofocantes

De repente divisé en la mitad de la vía, una figura de mujer fascinante

Toda vestida de negro, con una capa roja y zapatillas brillantes

Cubría su rostro con un velo blanco, manchado y sangrante

Entré en miedos y pánicos, me paralicé al ver esa figura escalofriante

Quedé mudo, los cabellos se me crisparon en forma espeluznante

Ella se movía de un lado a otro, en torno de reto amenazante

Los ojos se me brotaron, nunca había visto algo igual o semejante

Se movía como si estuviera bailando, todo era miedoso y desconcertante

 

De un momento a otro desperté de la pesadilla, me hice a un lado y seguí caminando

Apresuré el paso, miré hacía atrás y me seguía de cerca, en mis espaldas observando

Me igualó la marcha y el caminar, el viento soplaba de su capa roja la estaba levantando

Se me adelantó, me fue acorralando y orillando, de mis respiraciones silenciando

 

Mi cuerpo temblaba y sudaba, el corazón latía como si se quisiera salir de su compostura

Esta mujer sacó su rastrillo en forma de trinche y lo levantó con su empuñadura

De sus zapatillas salían chispas, de jinete sin cabalgadura

El viento soplaba fuerte, de su vestimenta negra, sacudiendo su fantasmal figura

Se contorsionaba dejando entrever, su esquelética armadura

Blandía su rabo con su flecha, direccionando su curvatura

Se levantó el velo que cubría su cara, dejando ver las cuencas de su amargura

Quedé nuevamente del horror paralizado, como muerto sin sepultura

Mostraba su dentadura, como si se estuviera riendo, del demonio su fantasmal travesura

 

Diabla vestida de negro y capa roja, del mismísimo lucifer del inframundo

De mis andares de mujeres y placeres, de cantinas de muladares de vagabundo

Buscando otros quereres de amores, encontré esta mujer de alaridos de ultratumba profundos

Me rodeo con su vestimenta y capa roja, de olores de perfúmenos de azufre y chivos nauseabundos

Succionó la savia de mi vida, dejándome esquelético de estertores de moribundo

Sin entierros, sin velorios, sin cenizas, sin despedidas quedé allí tirado

Agonizante y muerto, en horas que no llevan minutos, ni segundos

 

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga sep 06-2020