¿Hay un remedio a mis males,
una cura a mis dolencias,
el consuelo a mis desvelos,
algo que alivie mis penas?
¿Un bálsamo a mis pesares,
a mi castigo, una enmienda,
un calmante a mis angustias,
solo el fin a esta condena?
¿Terminar con este oprobio,
que la pesadumbre ceda,
liberarme de este yugo,
cambiar grilletes por seda?
Existe, ¡claro que sí!
Habita entre tus caderas,
en el vergel de tu pubis,
en la y griega de tus piernas.
En tu piel muy delicada,
en esas carnes tan prietas,
en esos perfectos senos
de sorprendente belleza.
En tu boca, si sonríes,
en tus labios, cuando besan,
en el mágico momento
que me recorre tu lengua.
Llámalo brebaje o pócima,
préstamelo antes que muera,
yo digo que es elixir
que necesitan mis venas.