Otoño

Los Domingos Son para Pecar

Mi abuela encendió las veladoras

flores frescas, el rosario perfecto.

Un Avemaría y diez padres nuestros.

Mi alma está condenada.

 

Llegó la hora de purificar el alma.

Hay que deshacerse de eso que nos hace culpables.

Jesucristo bendito, quítanos este peso de encima.

\"Me pesa en el alma haberte ofendido.\"

 

Los cuatro cuartos de esta casa están cubiertos de imágenes sagradas.

Que Dios me perdone, porque mi mente vaga inútilmente en un obscuro sendero.

Es la hora sagrada para alabarte una vez a la semana.

Pero yo, te alabo cuando te necesito no sólo los domingos.

 

Otro sermón de cómo somos unos desgraciados.

Que si no nos arrepentimos,

nunca alcanzaremos las puertas del cielo.

\"Yo confieso que si he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.\"

 

Esas rosas del altar, cómo poder ignorar ese rojo sangre que les brota en cada pétalo.

Si son del mismo color de los besos que dejé en el cuerpo de mi amado.

Y esas veladoras que calientan la casa de Dios 

me recuerdan a la luz que se iluminaba en su rostro.

 

Dame la paz que necesito para poder vivir tranquila.

Si bebiendo de tu sangre contendrá mi sed de salir corriendo e ir a buscarlo...

Entonces, seré tu fiel servidora.

\"Tomen, este es mi cuerpo...\"

 

Pero mis pensamientos son más fuertes que dejan ecos por todos lados.

Mi abuela no escucha, su rosario es bendito.

Mi boca, mi propia maldición.

No puedo alabar, de mí no sale nada.

 

Quiero volver a sentir su cuerpo en mí.

Que sus manos se llenen de mis mieles.

Yo sin él no puedo vivir, ha dejado su hechizo sembrado en mi memoria.

\"La paz os dejo, mi paz os doy...\"

 

Siempre que estoy en tu casa, me tientan las ganas de volver a hacerle el amor.

Su rostro lo llevo conmigo y lo veo más

¡en tus rosas, en tus veladoras, en el incienso, en tu vino, mi Señor!

Los domingos son para pecar, no hay otra explicación.

 

Dios mío, perdóname.

 

3 de septiembre del 2020