kavanarudén

Atardecer

 

Oteo al horizonte. 

Mi mirada se pierde en el color variopinto del paisaje. 

Desde niño me agrada contemplar el atardecer. Tiene un toque de nostalgia y una pizca de tristeza. Un día que termina. 

Mientras más cesan lo rayos del sol, van apareciendo las estrellas. Parece que se fueran encendiendo con la llegada de la noche. 

La brisa fría me envuelve con su presencia. Me abrigo, suspiro profundo y me abandono al momento. 

No quisiera pensar, solo respirar y admirar. Escuchar y sentir. Saborear y palpar lo que me ofrece el día agonizante. 

Cesan los rumores del pueblo, comienzan los rumores nocturnos.

Un suave olor a leña que arde fluctúa en el ambiente. Grato perfume que se mezcla con humus, humedad y tierra mojada proveniente de los naranjales vecinos.

Tañen las campanas dando el adiós a la jornada.

Tímida se asoma la luna en su fase menguante, aprovechan los luceros para brillar aún más.

Aquí me encuentro en silencio. Percibo el latir de mi corazón y el erizarse de mi piel. 

Cierro mis ojos y susurro una antigua plegaria que me reporta a mi niñez.

Ser, estar, vivir, confiar, crecer, fluir, solo fluir…..