El ser, al fin, se diluye en la nada,
pues nada son los últimos despojos.
Ya no saldrán de mis cerrados ojos,
ni un mirar ni una lágrima escapada.
Seré la gleba inútil y olvidada
donde florecerán pobres matojos
de la tierra, irónicos antojos,
como burla de una estela apagada.
Y ese cuerpo sin luz, mortal remedo
de la vida y al polvo retornado,
escúchame mi bien, ángel amado:
eternamente, aun en el tiempo quedo,
como dijera el inmortal Quevedo:
“Polvo será, mas polvo enamorado”.
Manuel González Guerrero
Lo titulo \'Homenaje a Quevedo\' porque el último verso, me he permitido tomarlo de su incomparable soneto \'Amor constante más allá de la muerte\'