El 17 de septiembre de 1949 fue una fecha trágica y luctuosa para muchas familias barinesas, especialmente en la ciudad capital, Sabaneta, Santa Rosa, y Libertad. En esa fecha murió ahogado en una laguna del Estado Mérida el estudiante Jesús “Chuito” Venero Cordero quien fue a la U. L. A. a inscribirse en el 3er. año de ingeniería civil.
El bachiller Elías Cordero en Barinas, atento siempre a los aconteceres de familiares, y amigos le dedicó lo siguiente:
“Romance de ultratumba”
A la memoria del malogrado estudiante y recordado amigo Jesús Venero Cordero trágicamente desaparecido en Lagunillas de Mérida, el 17 del presente mes quien fuera a inscribirse para cursar el 3er año de ingeniería civil.
Por qué laguna pérfida
dentro tu fosa acuática,
diste mortaja inhóspita
a un hijo de las aulas,
apagándose luego
la promisoria lámpara
que en el hogar paterno
como un astro irradiaba
y rosal de esperanza
su fragancia brindaba.
De un joven estudiante
que un sitial ocupaba,
allá en el alma mater
templo augusto de Vargas,
crisol donde se forjan
los hijos de la Patria.
Quiso así este muchacho
subir a la atalaya,
a usanza de los cóndores
como lo hacen las águilas,
para otear los secretos
de la Sierra Nevada,
por eso fue inscribirse
a la ciudad hidalga,
en pos de su laurel
que Minerva consagra.
¡Oh laguna siniestra!
con insaciables ansias,
consumaste su hartazgo
carne universitaria,
carne de primavera
que el muchacho ostentaba,
en cuyos tiernos músculos
hundiste fieras garras,
con atroz reincidencia
con artera celada,
para abultar tu vientre
símil de antropofagia.
Era Jesús Venero
de su hogar fiesta y gracia,
de sus progenitores
su báculo, su ancora,
y para sus amigos
la nobleza de su alma,
pero un día de setiembre
de este mes fecha trágica,
sintió un gélido beso
traicionero a mansalva,
que le extinguió la vida
dentro las glaucas aguas,
donde allí lo acechaban
la laguna y la parca
Descansa en paz amigo
ya se inicia tu marcha,
a tu poster regreso
al hogar que te aguarda,
trocado en pesadumbre
dolor y acerbas lágrimas.
También te espera triste
y el alma lacerada,
la novia que te oía
al pie de su ventana,
los tiernos madrigales
las dulces serenatas,
que en noctívagas horas
tu afecto prodigaba,
con la nupcial promesa
que pronto se efectuaba,
núbil de quince abriles
bella flor de alborada,
la que allá en la necrópolis
de su novio, morada
su flor epitalámica
con dolor vio truncada.
¡Salve, joven amigo!
a Dios ruego por tu alma,
sobre la fresca tumba
que tus cenizas guarda,
te ofrendo una corona
siemprevivas blancas
- Elías Cordero Uzcátegui (venezolano)
Barinas 22 de septiembre de 1949.