No me llores cuando ya no esté,
ámame hoy, que estoy vivo y a tu lado
mañana, tal vez sea demasiado tarde.
Arrepentirse de lo hecho será en vano
no alivia el dolor, ni trae paz al alma
solo engendra remordimientos y vacíos.
Escuché decir a una viuda cierta vez
de lo mucho que lloraba al comprender
que amargaba a su esposo,
como deporte, practicado día a día.
No lo acompañaba en sus salidas
por no perder tiempo en arreglarse.
Rechazaba sus invitaciones a pasear
porque no le apetecía caminar,
prefería ver televisión, leer
o tener compañias distintas, a la suya,
llámense hijos, nietos o amistades,
todos le importaban más que él.
No había dialogo, ella lo ignoraba
nada, nada los unía, Más un día
el destino se cobró tanto desdén
él murió en un accidente,
lejos de ella, fatalmente
era tarde para hacer algo por él
Hoy daría cada minuto de su vida
por volver al pasado y remediar
su falta de afecto al comprender
todo el amor que él le brindaba.
Que no te pase a vos lo mismo, piensa
mientras hay vida, todo es posible
nada está perdido, si hubo fuego
seguro que cenizas quedan.
Siempre es tiempo de esperanza
no deplores lo perdido.
Obvio, es fácil llorar lo que se ha ido
lo difícil es olvidar lo descuidado
Por imposible que parezca, no dejes
que el amor se aleje herido
como un sueño mal parido
cuando hay tiempo para verlo renacer.