Acércate, escucha:
esta es mi voz...
...sé que no siempre te gusta
y que a veces no la entiendes,
aunque las palabras
con que se viste
sólo tratan de abrazarte
y acariciar tus días...
Te hablo para decirte
que me falta tu fuerza
y el coraje en tu compañía,
que no todo lo que nos divide
es culpa mía;
pero mi espacio es vasto
y cargo con ella, y otras
más cosas que no deseo
en ti, ni para ti
porque me duelen
porque me tumban...
Sin juicio ni premonición
siente y mira: sin sumergirte,
y sin decidirlo tal vez
puedas llevar contigo
algo de esta oscuridad
en mi sombra creciente,
que levemente pesa
y vaga impaciente
por los ecos que me dejaste,
repasando los tiempos
y valles de triste felicidad
y alegría desmoronada,
olvidada, como ave malherida,
como hoja en el centro
de mi mente...
Seguiré buscando
lo que siempre y desde siempre
me diste, sin darte cuenta:
las ilusiones que casi tocar podía
cuando menos lo presentía.
Mi adiós es corto y es
más larga mi herida,
entonces
suspiro y entiendo
que te siento en mi llanto,
y en tu distancia, pero
mis rodillas avanzan
lentamente a las alturas...
Por tu presencia divina,
por esa dicha vivida
y en nombre de todo lo bueno
que me quedo, en este débil ayer
deseo luz y gratos momentos
en cada plaza
y en cada día
de tus días.
Adiós,
mi vida.
...canto porque lloro y vivo...