José Luis Barrientos León

Y amará, el niño, el anciano y la cigarra

 

 

Como la ola que viene y regresa a la intimidad del mar

Que decidió existir sin preguntar,

¿Por qué se acaricia la arena sin poseerla?

Así he dejado que la tempestad deshoje el árbol de mis recuerdos

 

Todo ha sido robado por el tiempo,

Salvo la luna que aún ocupa mi ventana

Mi figura que se evapora en el espacio

Formando un camino áspero con el dolor y su huella

 

Observó la luna sobre el brillante manantial

Y al niño de puntillas que descubre su frescura

El agua cristalina que refleja las estrellas

Y la tarde que enmudece entre los sollozos de mi vida inquieta

 

Las hojas caen lentamente, como preludio de lluvia en la mañana de invierno

Las nubes que divagan entre vivir y morir

Las voces de las cigarras grabadas en el eco de la noche infinita

Y mi alma cae postrada ante la realidad de existir

 

Brotará el lirio de la montaña en el amanecer de esperanza

Florecerá el madero joven y mi corazón será su retoño

La luna seguirá en mi ventana, el manantial brillara de nuevo

El niño será anciano y de puntillas descubrirá el amor

 

Y amará

Hasta que las luciérnagas se apaguen

Y la cigarra ya no cante

Y la nube haya partido

Y la ola no regrese

Y mi cuerpo ya no exista