Aquellas tardes
de luz y fantasía
quedaron lejos.
Tenías prisa,
igual que los relojes
con su tic-tac
Y se pasaron
los años de la infancia
en un momento.
Tiempos dorados,
recuerdos retenidos
en las pupilas.
Pero la vida
te llama en el presente
y es lo que haces.
Hay que vivir
el hoy y estos instantes
intensamente.
De los recuerdos
guardemos la ternura
y poco más.
Que nunca lastren
el alma las nostalgias
de aquel ayer.
Y es que la vida
se vive día a día
y se renueva.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/05/20