En las horas vacías
la rosa se siente princesa,
a mi me recuerda a la soledad de las palomas desorientadas,
mírame pero no me toques,
perfume y muerte.
En las malas horas,
herido y cobarde soy solo ira
y las rosas temibles nutridas de espinas.
En las horas muertas me reconozco ante una senda vacía,
solo el viento regresa sobre sus huellas.
En las horas vacías los rosales se ponen a gemir al recordar la eventualidad de sus pétalos.
Siento en nuestro amor grandes heridas
que necesitan desnudarse en mi hontanar.
Nuestros cuerpos aún se comprenden entre las horas muertas de los dormitorios.