La vida nos da todo
y acaba quitándonos todo,
morimos como nacemos,
rodeados de lágrimas y heces,
pero nada ni nadie
nos puede quitar
el amor sembrado,
el amor cosechado,
todo lo compartido,
todo lo entregado.
No llevamos a la otra vida
más de lo que nos cabe
en los bolsillos del alma,
pero si los llenamos de amor,
de piedad y generosidad ,
el viaje tendrá un final feliz
y un nuevo amanecer
se abrirá ante nuestros ojos.
La muerte es la puerta de salida
hacia un nuevo nacimiento
y ese túnel luminoso que vemos
cuando todo se apaga
es el inicio del nuevo parto,
de un viaje hacia esa eternidad
en que renacemos,
en que aprendemos de nuestros errores
o acabamos sumidos
en el infierno de nuestras miserias