Mis lágrimas tuvieron dedicatoria, igual que mis letras. Mi corazón por alguien latía y creí por un momento que por perderle se iba a detener. Parecía moribundo por las calles, por los paisajes y por las alamedas. Todo el universo presencio esa melancolía. La atmosfera era de tristeza. La sinfonía de mi vida lo era también. Y más aun mis poemas. Se por qué te has ido: como yo sé por qué impotente me he ido. Tu nombre rimaba perfectamente con el mío en un verso. Contigo aprendí a dejar ir: como a quedar desamparado con la proyección de un futuro en el suelo. Pero lo sabía, el amor es como la rosa, se marchita. Sin embargo eso no es todo, se muere si no se cuida la planta y se pisotea . La tristeza hace al artista por la ausencia de felicidad que provocaba otro ser. El desamor también cuando la imperfección asesina el amor. Pero toda la calamidad que implica todo lo anterior pasa. Y el corazón no deja de latir y no se detiene. Por todos lugares de nuevo uno se parece a alguien con vida. El universo presencia poco a poco de nuevo siendo alegre. El futuro suele ser un misterio. Todo parece que revive. Y los recuerdos quedan para escribir más poemas.