Yo se que soy de armas tomar, y eso es algo que no pretendo ocultar. Soy una dualidad de bienaventuranza y maldad por la simplicidad de verme envuelta en este áspero mundo como humana. Pero si entraras en mi cabeza quizá entenderías el porqué a veces rasgo el cielo y a veces por ensimismamiento propio me aviento a arrastrarme al suelo por los pensamientos que retumban y perturban. Para entonces comprenderias porque quiero y dejo de querer en el labso de un segundo. Y porque de un día para otro mi indiferencia acrecienta. Tengo miedo de mis sentimientos débiles. Pero quizá también vieras que no hay tanta diferencia entre mis males y destrezas, de vez en cuando hay jazmines y colibríes en mis buenos días, y rezo al cielo y juego con los niños, pero eso es algo que no pretendo que se hable a voces. Para entonces, ya me habrías conocido demasiado, y eso es más insulto que un halago, quizá porque en mi libertad incomprendida pretendo contrariarme con todos para así nunca conocerme ni rebajarme a la templanza de ser como cualquier otra cualquiera.