Esa vez que te llamé
perdí la cuenta,
la noche padeció de insomnio y yo,
no obtuve respuesta.
Bien, me preparé,
el teléfono sonó mil veces, yo
me resigné a perderte
una vez más.
Y bien aquí me tienes,
jugando a hablar de vez en cuando
preguntando como estas,
después de tantos años.
Contar mi vida de casada,
tu vida de juntado,
un vínculo que nos mantiene unidos pero intactos
por toda la vida y todos los años.
Siempre te recordaré,
allá en mi mente vivirás eterno,
no como esperanza, ni posibilidad
sino como dos almas que jamás quisieron irse.
Por los siglos de los siglos,
frase muy certera,
el hombre de mis sueños
que vive entre libretas
hombre aquel con quien yo aún sueño despierta.
Bea Ramírez
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