A Hellen Blass…
Amada, que admiras en la sombra
de la estancia tenebrosa,
escala de los sueños primorosos
de mi alma apasionada;
no temáis.
¡Venid al abrigo de la lumbre
que guardo entre mis labios,
buscad la tibia quietud de mi palabra,
y atad a este amor tu alba pura!
Amada, que velas entre mis noches
la batalla de mis miedos,
fruto de las dolorosas horas
pasadas y fantasmas traicioneros;
no temáis.
¡Venid al consuelo pasional
de mi delirio, tomad mis manos nerviosas
con las tuyas de seda, consumad
tus ensueños de niña
con mi amor de poeta!
Amada, que aguardas junto a mí,
en mis ensueños, el cariño sincero,
a culpa de la distancia y del tiempo;
no temáis.
¡Tuya es mi poesía,
tuyo mi canto, mi amor,
mis noches y mis sueños!