Ella anda de puntillas
sobre sus promesas durmientes,
para no despertarlas y acordarse
de nuevo sus repetidos cuentos de hadas
Sus lágrimas derramadas,
cargadas de desencanto,
yacen dehidratadas en un árido desierto,
secuelas de desbaratadas esperanzas
Su ingenua de la inocencia de juventud,
fue engañada por mentiras disfrazadas,
incluso hasta hoy el vino de noches solitarias
deja un sabor persistente de amargura
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