Su espléndida hermosura me cautiva
logrando despertar mi corazón;
que ruge con el fuego de pasión
perdido en su beldad provocativa.
Confienso que mi mente tan lasciva,
desborda con utópica ilusión
de amarla sin medida ni razón;
llenándola de flama tempestiva.
La sueño que su cuerpo tan lozano
desviste con divina candidez,
y palpo suavemente con mi mano
sus formas de eruptiva morbidez;
y vibro cual olímpico artesano
puliendo su esmaltada desnudez.
Autor: Aníbal Rodríguez.