Desde aquel día,
En el silencio del tiempo,
El color sepia se ahuyenta
de mi lejano semblante...
Las gotas de lluvia caen por mis mejillas,
Y congelan el lejano sufrimiento.
Mi vida anhela mi ida,
Y las cárceles ya no refugian
el amor valiente del recuerdo...
Las discusiones inquietaron los cristales,
Mientras la oscuridad
conmueve mi reflejo apagado...
Y mientras la nostalgia
perdure en mis días grises,
Esperaré el día que la luz y el calor
quemen mi cuerpo desfallecido,
Para por fin liberarle...
Deborah Silva