VACÍO DE INDULGENCIA
Confieso que hace un tiempo no descanso
por las noches. No puedo ser ajeno
al remolino denso en el remanso
cuando acosa de cerca su veneno.
No suena en mi ventana el aire manso,
sin tormenta no exalta ningún trueno
y el silencio sepulta a todo sanso
perdido en un gentío casi obsceno.
Nunca he visto en mis años de experiencia
la agresión que reviste y no concilia
este virus vacío de indulgencia.
Me desvela, son meses de vigilia
en el foco que nutre a la impotencia
porque temo por mí y por mi familia.