Luces de Japón
con pelo en la cara,
voces que se van
hablando una lengua
que suena muy rara.
Puentes y paredes,
en cada costado,
rutas que permiten
llevar gente a casa
en autos ligeros
sin ruido y sin pausa.
La noche es oscura,
la gente que habla
cuenta de la historia
del té color verde
que puede tomarse
o hacerse comida,
mientras que la Jackie
se mueve en su silla
toda dolorida.
Miles de las luces
de color tan rojo
se enredan al paso
de frenos que paran.
Cientos de camiones,
ómnibus y autos
están en el tráfico
que va tan despacio,
mientras se resignan
al paso cansino,
buscando en la meta
poder descansar
en la propia casa,
para prepararse
al trabajo duro
que vuelve mañana
dentro del destino
de seguir la vida
que nunca se acaba,
persiguiendo siempre
el reproducirse
con deber y amor
al sueño infinito
de sobre vivencia
criando a los hijos
con patria y hogar.