Aquiétate, no temas, mis manos son las de Poseidón
Se deslizarán desde tus erectas cumbres
Hasta el abismo del Hades
Donde nos revolcaremos
Entre las sabanas de Eolo
Moldearé tu silueta cual Vulcano
Y frotare con aceites lenitivos
Tus mortales carnes
Que entregarás mansas a mi furia
Desenfundaré mi poderoso miembro
Y lo introduciré tan adentro
Que estallarán todos tus Ecos
En un cataclismo de placer.