Que no despierten
las rosas en la tarde
del dulce sueño.
Que se conserven
los besos en el cielo
de aquel verano.
Que las gaviotas
persigan a las olas
tras las resacas.
Que nunca falten
la luna y las estrellas
en nuestros sueños.
Que sople el viento
y llegue con la brisa
a todo el mundo.
Que las miradas
se busquen y se encuentren
siempre que quieran.
Que se compartan
las penas y el esfuerzo
en esta lucha.
Que los suspiros
merezcan ese premio
de la esperanza.
Y que los hombres
comprendan que la vida
es lo importante.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/05/20