Mí estimada,
Cada vez que te veo descubro un sin fin de emociones, de esas que no se pueden expresar en palabras, de esas que nacen en un instante y duran una eternidad. Y aunque no se como demostrarlas allí están, habitando en lo más profundo de mi corazón. Quisiera poder decirte todo esto, pero no me atrevo, al menos no cara a cara.
Esas pequeñas conversaciones que tenemos son tesoros que no puedo dejar ir. Son el alimento de mi amor. Pero sé en el interior, que para ti son solo conversaciones sin más. Y aún así no puedo dejar de pensar, no puedo dejar de soñar, en ese instante especial cuando nuestros caminos se hagan uno. Solos tú y yo en un mismo caminar.
Escribo esta carta para poder encontrar el valor para poderte olvidar. Liberar todo lo que esta en mi encerrado para no tener que volver a pensar. A cada instante me contradigo, se que esto debe terminar pero deseo tanto conocerte y tu alma poder explorar. Esa alma que parece desgastada por el dolor o el engaño, una carga pesada. A mis ojos eres especial, de esas mujeres que solo un puñado hay. Muero cada vez que te escucho reír, desfallezco cada momento que en ti a esa niña veo, esa que juega, esa que sonríe, esa que me enamora.
Quisiera poder comprenderte, poder saber que son esas miradas que de vez en cuando encuentro al observarte. Quisiera tantas cosas y tengo tanto miedo. Ya no sé si esto que siento es una obsesión, o es verdadero amor.
Probablemente estas palabras jamás te lleguen, es probable que solo termine en un intento de conseguir ese valor. Al menos sé, que ésta es la única forma de encontrarme en tanta oscuridad.
Desde el rincón que jamás miras me despido, esperando que en un futuro nuestros caminos se puedan encontrar.